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El lado oscuro de Google Translate

Francisco Javier Castillo
1 de mayo de 2019
En estos momentos, cuando nuestro país enfrenta una lenta recuperación económica sumado a un repunte en algunos mercados que ni a los más expertos anima, empresas chilenas grandes, medianas y pequeñas, fijan su mirada más allá de las fronteras de nuestro país, buscando nuevos mercados que conquistar, nuevos clientes que atraer, nuevos proveedores o bien, nuevas fuentes de ingresos. Son muchos los motivos para internacionalizar un negocio, sin embargo, sigue habiendo una barrera a superar que, por más que la sensación de globalización desbordada que el ciudadano común tenga hoy en día, en el mundo de los negocios sigue siendo de máxima importancia: el idioma.

Muchas de estas operaciones significan circulación de información, capital e incluso personal, entre personas de todo el mundo que, buscando un punto medio en cuanto al lenguaje, optan por el inglés para generar documentos de comprensión transversal. Pero ¿qué pasa cuando esa información, esas cifras o esos datos personales son de sensible confidencialidad? Abogados alrededor del mundo confeccionan Acuerdos de Confidencialidad (Non-Disclousure Agreements o NDA) con una meticulosidad y prolijidad manifiesta y admirable, con el propósito de no exponer información confidencial o privilegiada de sus clientes, sometiendo a durísimas sanciones a aquel que se atreva revelar el más ínfimo dígito. Sin embargo, al momento de traducir los documentos que intentan proteger, utilizan un servicio que lo que hace es precisamente desintegrar dicha confidencialidad, este es: Google Translate.

Más allá de lo deficiente que puede llegar a ser una traducción generada por motores de Traducción Automática (Machine Translator o MT), como lo es el popular Google Translate, utilizar este servicio puede generar riesgos irreparables para la confidencialidad tanto del usuario como de sus clientes. Google, en sus políticas de privacidad señala que “cuando subes, presentas, almacenas, envías o recibes contenido a, o a través de nuestros Servicios, confieres a Google (y aquellos con los que trabajamos) una licencia global para usar, hospedar, almacenar, reproducir, modificar, crear trabajos derivados (tales como aquellas resultantes de traducciones, adaptaciones u otros cambios que podamos hacer para que tu contenido funcione mejor con nuestros Servicios), comunicar, publicar, públicamente realizar, públicamente mostrar y distribuir tal contenido”. Sin perjuicio, de que la información recogida teóricamente está destinada a “mejorar servicios”, al utilizar MT’s online gratuitos sobre servidores inseguros de internet, el más ávido abogado sube, expone y almacena voluntariamente contenido confidencial de su cliente en un servidor controlado por un tercero violando, en consecuencia, sus propios compromisos de confidencialidad.

En suma, usar Google Translate podría infringir un NDA y potencialmente resultar en duras multas y pérdida de confianza entre clientes. En el mundo de los negocios la confidencialidad y privacidad son todo, poniendo en riesgo tanto al profesional como a su cliente al atentar en contra de ellas, aunque sea de forma involuntaria. En mérito de lo citado más arriba, Google tendría la cancha libre cuando se trata de tu información, surgiendo, entonces, la interrogante ¿Sigue siendo confidencial la información cuando usas Google Translate? La respuesta es lapidaria: basado en los términos y servicios de dicha compañía, no parece que así fuera.

La industria y el mercado deben comprender que una traducción mediante MT solo puede dar una “idea general” de un texto o documento. Una traducción maciza, sólida y fiel está hecha por varios componentes, incluyendo profesionales y software especializados que trabajan juntos para lograr la precisión requerida, sobre todo tratándose del complejo mundo del “Legalese” (el “idioma legal” en la jerga de países de habla inglesa), respecto del cual hablaremos en un próximo artículo.

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